Conversamos con Ramón Salazar en el festival de cine Berlinale, justo antes del estreno de su película “La enfermedad del domingo” en España.

Siempre es un placer estrevistar a este realizador malagueño. Ya lo hicimos con motivo del estreno de “10000 noches en ninguna parte”. La Berlinale es un festival que acoge con agrado sus trabajos, aquí estrenó su ópera prima “Piedras” y ahora presenta su segundo film aquí.

María Luz Moraleda: ¿Es la Berlinale el festival que más suerte le trae?

Ramón Salazar: “Sí lo es. Sin duda. Se ha convertido en nuestro festival de cabecera y estamos felices con todo lo que ha pasado aquí en los tres días que hemos estado, por el recibimiento y todo lo que se ha empezado a hablar de la película.  Yo estuve hace 16 años en la Berlinale con mi primera película y fue tan apabullante que al volver tuve la sensación de no estar nunca ahí. Ahora contento de volver con esta película de nuevo. Tomé la decisión de tener los pies en la tierra, de disfrutar muchísimo y vi lo importante que era para la película estar ahí. Y así ha sido. Hemos tenido un recibimiento muy caluroso de la prensa internacional así como del festival. Nos han tratado increíble y ha sido maravilloso que este sea el pistoletazo de la película para su estreno en España.”

M.M.: ¿Qué le llevó a contar esta historia tan fuerte entre una madre y una hija?¿Había vivido o escuchado una historia similar antes?

R.S.: “No. De hecho mi madre dice que aclare que las madres de mis películas no tienen nada que ver con ellas. Tenemos una relación perfecta y maravillosa. No sé muy bien de qué lado oscuro salen esos personajes de mí. Pero hay un germen un poco egoísta en mí, que es el deseo de hacer algo muy íntimo con solo dos actrices en un paraje aislado con la intención del puro disfrute de la selección de actores que es lo que más disfruto de un proceso creativo. Y bueno, luego estaba este germen, de puro disfrute: el encierro del aislamiento de hacer algo muy íntimo. Y también está el germen temático de la historia que proviene de una charla de una colega psicóloga que me habló del mensaje que lanza una madre cuando abandona a un hijo o a una hija. Ese mensaje inconsciente, que se queda clavado en la psique del niño es ni más ni menos que “no mereces vivir”. Y a mí me pareció tan enorme y tan apabullante ese mensaje, o pensar que alguien puede vivir 35 años como lo hace Chiara, con ese mensaje constantemente taladrando una parte de su mente y del subconsciente. Ahí empezó a surgir el hilo temático que mueve esta historia.”

M.M.: Usted le regaló el libro “Madres arrepentidas” de Orna Donath a Susi Sánchez. ¿Cuánto les sirvió?

R.S.: “Tuve la suerte de tener a Susi a mi lado durante todo el proceso de escritura del guión. Porque una de las cosas que tuve clarísimas fue la de repetir con ellas después de 10.000 noches y ninguna parte y escribirle la protagonista. En ese proceso creativo de dos años este libro cayó en nuestras manos y ahí hubo un encendido de una lucecita de “aquí hay algo interesantísimo”. Estas supuestas malas madres que tienen ahora la posibilidad de verbalizar la falta de afecto hacia sus propios hijos. Nos parecía alucinante lo que nos provocaba a nosotros desde el propio concepto social de madre y lo devastador del mensaje. Ese libro nos guió y cuando se lo regalé fue un apoyo brutal el entender que no podía juzgar a su personaje. Que tenía que abrazar el lado oscuro del personaje, esa decisión que había tenido de abandonar a su hija con ocho años y que tenía que comprenderla y no juzgarla.”

M.M.: Condensas una relación ausente de 35 años en diez días de encuentro. ¿Qué tan difícil pareció hacer esto en un guión donde los silencios tienen tanto poder? Y ¿cómo se consigue esa química entre dos actrices que sólo habían trabajado en “La piel que habito”?

R.S.: “Pues yo tenía un calendario de ensayos de un mes y medio elaborado. Llegaron a Barcelona y después de tres sesiones de lectura del guión me di cuenta que estaba equivocado y que lo que tenía que hacer era no ensayar con ellas juntas sino preparar los personajes de manera independiente y aprovechar el hecho de que ellas son tan diferentes como mujeres y como actrices que decidí hacer una especie de paralelismo con el desconocimiento que tienen esa madre y esa hija. Y hubo algo muy curioso que trabajamos los secretos. A partir de esos tres días trabajamos en secreto y a día de hoy ellas desconocen lo que vivió la otra en esos 35 años. Incluso eso se tradujo en el set. Nunca había una directriz o una acotación común. Siempre era entre plano y plano. Hablaba al oído a cada una para mantener ese secretismo y que esos personajes tuvieran vidas totalmente independientes.”

M.M.: Vemos cine negro, thriller, drama..¿En qué genero le gustaría enmarcar su película?

R.S.: “Este hilo de cine negro y de intriga parte de la decisión consciente de no querer revelar el gran secreto de la película hasta los 10 minutos finales. Incluso cuando el personaje o la madre lo descubre, el espectador no por culpa del viento. Para contar este duelo entre una madre y una hija quise enmarcarla en un tono de cine negro. No tanto narrativo sino emocional en el que pudiésemos pensar desde que la hija puede querer matarla hasta recuperarla como madre. En ese arco emocional esos personajes no son capaces de transmitir o verbalizar nunca lo que realmente quieren o sienten. Era nuestra máxima.”

M.M.: ¿Tu próximo proyecto también se centra en el rol de las madres?

R.S.: “Creo que he estado durante mucho tiempo traduciendo en personajes femeninos algo que en mi interior llevo tiempo queriendo tratar, que es el tema del padre y el hijo. Y yo creo que el padre o el hijo será la temática o la guía de mi película.

Gracias y suerte con el estreno en España.