Los dramas de la mujer iberoamericana triunfan en la Berlinale’17

No son todas las que están, ni están todas las que son. Este es un particular repaso por la figura de la mujer iberoamericana en la 67 edición de la Berlinale.

Aprovechando que el Oso de Oro a la mejor película de esta Berlinale la ha ganado una mujer: la húngara Ildikó Enyedi por On Body and Soulalgo que no pasaba desde 2009 con “La Teta Asustada (Claudia Llosa), el director de esta revista me retó a recuperar en un artículo a las diferentes mujeres que han pasado por las cuatro paredes de esta Berlinale. No van a estar todas, porque daría para un ensayo académico y no es mi intención tan ambiciosa. Así que aquí van las mujeres que más me aportaron de las películas que vi, de mi Berlinale.

Me gustaría empezar por los trabajos presentados en el festival por jóvenes mujeres y directoras. Ya sabemos que en la industria del cine gustan más como productoras que como realizadoras. Pero por suerte, con mi generación, esto ya está cambiando:

Tanto la española Carla Simón (Estiu 1993) como la chilena Lisette Orozco (El Pacto de Adriana) comparten algo en común: las historias que plasman en pantalla parten de de sus propios dramas familiares. En el caso de Carla se tuvo que enfrentar a la muerte de su propia madre cuando tan sólo era una niña (brillantemente interpretada por Laia Artigas). En el de Lisette se trata de la caída de un referente femenino de su infancia, su tía Channy, al descubrir que fue una agente secreta de la DINA, la policía secreta de Pinochet en los cuarteles de tortura. La propia cineasta chilena reconocía que para ella este documental era todo un proceso interno; la búsqueda de la verdadera identidad de su tía para encontrar la suya propia, y romper así pactos de silencio familiares.

Además, ambas directoras crecieron sin su madre, pero, afortunadamente, se vieron rodeadas de “muchas madres”: tías, abuelas, hermanastras, que se pueden ver en ambas óperas primas, tan aplaudidas en esta Berlinale. Cuando pones toda tu alma en el proyecto, para conseguir soltar lo que llevabas tanto tiempo dentro, se nota. Bravo por ambas.

Desde Brasil, destaco el trabajo de las directoras Laís Bodanzky por “Comme no seu pais/ Como nuestros padres yPendular de (Julia Murat). La película de Bodanzky respira feminismo por los cuatro costados. Hay muchos guiños a estas “princesas caídas” que al final acaban riéndose de las estereotipadas princesas Disney. “¿Te crees que eres Super-Rosa?, eres una princesa en All Stars azules,” le dice un buen amigo (Felipe Roch) a la protagonista (Maria Ribeiro) cuando se ve desbordada por la casa, sus dos hijas, su trabajo, la enfermedad de su madre y la búsqueda de su nuevo padre.

Esta protagonista pide a gritos una emancipación frente al machismo de su marido, que legitima hasta la madre de la protagonista. La liberación de estos roles es un tema constante en la trayectoria de esta cineasta. Aunque sea una historia desde Sao Paulo, le suena lamentablemente a muchas “supermujeres”, multi-atareadas y finalmente, super cansadas de vivir. Un buen ejercicio para aquellas mujeres que se sienten responsables de todo si algo de su entorno no va bien. La perfección, para Dios, que es hombre.

Por su parte, Julia Murat centra el drama femenino en la vida de una bailarina contemporánea, que deberá luchar para que la pareja con la que se acaba de mudar, no interfiera demasiado en sus espacios, uno de ellos el maternal. Él tiene sexo con ella para “darle un hijo”, sin preguntarle antes si ella acaso lo desea, en medio de una oportunidad laboral.

Y de Brasil nos vamos hasta México: el mejor documental sobre Chavela Vargas, hecho hasta la fecha, pertenece a las directoras Catherine Gund y Daresha Kyi. La primera, decidió entrevistar a una Chavela entonces desterrada, septuagenaria, que llevaba más de diez años sin cantar por culpa del alcohol y de grandes rencores. Pero aún quedaba Chavela para rato, que acabó deleitando en los escenarios de Madrid o París. Fue la primera cantante de ranchera en renunciar a escotes, pendientes y tacones, y en vivir libremente su homosexualidad y sensualidad hacia las mujeres de poderosos hombres. Pesase a quien le pesase, “yo me puse pantalones, y el público se quedó callado”. Un tributo que vale la pena disfrutar, tanto por sus canciones, como por su filosofía de vida para la época: “El amor no existe, es un invento de noches de borrachera“.

La feminidad en todas sus variantes ha estado también muy presente en esta Berlinale. “Casa Roshell” de Camila José Donoso, (una coproducción mexicano-chilena) abría las puertas de esta casa, ubicada en la Ciudad de México, cuya activista, Roshell Terranova, considera a las mujeres trans “unas revolucionarias”. Ella explica cómo en su casa enseñan a travestirse y dan talleres sobre el mundo trans de las cuatro T: travesti, transgénero, transexual, transfan, “que antes era considerado delito”. Pero más allá de las paredes educativas de esa casa continúan los prejuicios.

El director Sebastián Lelio, es conocido por su fascinación por retratar personajes femeninos de carácter bien fuerte. Si ya fue premiado por “Gloria”, en esta Berlinale se llevó el Oso a mejor guión por Una Mujer Fantástica. En ella el personaje de Marina Vidal (Daniela Vega), una mujer transgénero, se enfrenta a una lucha constante por defender su feminidad frente a los prejuicios y obstáculos que la familia de su pareja, Orlando, -recién fallecido- le echan encima como una losa. “Marina está completamente preparada para el mundo. Es el mundo el que no está preparado para ella,” decía Lelio en la rueda de prensa. Un gran trabajo para que como espectadores -y sociedad- empaticemos y toleremos a muchas Marinas.

Y bueno, ya saben que roles de femme fatales, madres, espías, Reinas de Hollywood y superheroínas se han visto pasear por la alfombra roja de esta Berlinale. Pero aquí les dejo lo que, a mi juicio, me parecía más destacable comentar. Espero no haberles aburrido mucho. La próxima Berlinale, más.